El reto de enseñar de manera virtual durante la pandemia del Covid-19

La pandemia de coronavirus en Colombia, al igual que en el resto del mundo, obligó a la suspensión de las clases presenciales, lo que trajo consigo grandes cambios a nivel educacional, principalmente la virtualidad, que dejó en claro las dificultades de usar tecnología masivamente y la pérdida de interés o la falta de atención de los estudiantes.

En marzo de 2020, cuando el Gobierno colombiano -debido al Covid-19- ordenó la suspensión de las clases presenciales, fueron muchos los maestros o profesores a los que los invadió la angustia e incertidumbre.

Comenzó un nuevo mundo, una manera completamente distinta para enseñar y otra diferente de aprender.

«La verdad fue muy, pero muy difícil, angustiante. Y yo digo en cierta forma (que fue) como desesperante, y se sentía la impotencia de no poder realizar el trabajo de la mejor manera, sino ahí lo que medianamente se podía», comentaron varios profesores rurales al hablar sobre lo difícil que fue el cambio repentino a la educación virtual.

Este es el drama de millones de profesores de zonas rurales y en áreas de escasos recursos que sigue hasta estos días, dos años después del inicio de la pandemia que los obligó a cambiar a educación a distancia. Y el virus sigue presente.

 

Los problemas más comunes para los profesores

Los docentes coincidieron en dos puntos comunes a la hora de dar las clases a distancia: las dificultades de usar tecnología masivamente y la pérdida de interés o la falta de atención de los estudiantes.

«No todos los niños tenían una conexión a internet. Tampoco todos tenían un teléfono con WhatsApp. Algunos ni tenían celular, entonces tenían que irse a las vecindades. Algunas veces se les daba la explicación por teléfono al padre de familia y él tenía que orientar a su hijo», explicaron los profesores.

Incluso llegaron a repartir las guías de estudio puerta a puerta, para quienes no podían atender clases por teléfono o internet, por falta de recursos.

Unos 400 kilómetros hacia el centro del país, Miriam Luengas, una profesora de Español en el municipio de Facatativá, en Cundinamarca, en el centro del país, señaló que la enseñanza virtual fue difícil porque «era como empezar de cero, a través de una pantalla o de un mensaje, a explicarles».

«No se podía avanzar mucho porque como la conexión de internet era tan intermitente, pues a algunos les fallaba y no podían conectarse a clase, y otros porque simplemente no querían, no se conectaban», continuó.

«La tecnología como herramienta de trabajo es buena, pero ¿que reemplace el aula? Me parece que no», sentenció.

Otra de las cosas que observaron los profesores fue que muchos de los trabajos los hacían los padres y no lo hijos.

«La situación de aislamiento que tuvimos desde marzo de 2020 nos desafió a repensar esos procesos de enseñanza», indicó otra docente.

«Fue necesario pensar qué tan bueno era sentar 6 horas a los estudiantes frente a una pantalla, si ellos estaban entusiasmados con todas esas herramientas que yo les estaba colocando, y si ellos estaban aprendiendo que creo que esa fue la parte fundamental», agregó.

Y el tedio se volvió parte de la rutina virtual para otro docente, quien dijo tener «agotamiento mental» tras meses de pandemia.

«Uno siempre espera que los estudiantes sean participativos», apuntó. «Pero en la medida del paso del tiempo algo muy duro fue el ausentismo permanente de muchos estudiantes que, por motivos económicos, motivaciones, familiares o económicos empezaron a ausentarse. Entonces eso involuntariamente fue creando un nivel de estrés, de cansancio, de agotamiento tanto mental como emocional», subrayó.

 

Ausentismo y otras dificultades

A mediados de abril de 2020, casi todos los países del mundo ordenaron el cierre de escuelas y demás instituciones de educación debido a la pandemia del Covid-19. Esto afectó a más de 1.570 millones de alumnos en todo el mundo, que, según la Unesco, más del 90% «del total de la población escolar matriculada en el mundo».

El ausentismo fue una situación común durante la pandemia para muchos estudiantes. Según un reporte de la Unesco de septiembre de 2021, los cierres prolongados por cuenta de la pandemia en los últimos dos años provocaron «la pérdida de aprendizaje y un incremento de la tasa de abandono escolar».

Esta situación fue ocasionada por el cierre durante 18 meses de las escuelas, algo que afectó a unos 77 millones de alumnos, según la entidad de la ONU.

Pero si bien estas medidas fueron necesarias para frenar la propagación de la pandemia, la Unesco también alertó para ese momento que estas medidas podían «provocar una crisis mundial de aprendizaje en todos los niveles del sistema educativo».

Mary Guinn Delaney, experta en educación pública de la Unesco, señaló que uno de los problemas es la brecha digital que hay en los países de América Latina, que a su vez generaron problemas educativos durante la pandemia.

«La voluntad de participar en educación en línea o virtual tiene que ver con el acceso al internet en sí, el nivel de privatización», afirmó Delaney.

«Muchos docentes, por ejemplo, estaban usando sus planes personales que ellos mismos pagan para poder hacer sus clases vía WhatsApp», continuó.

Según Delaney, la pandemia puso en relieve las dificultades que se presentaban desde hace mucho -entre ellos la brecha digital- y que llevaron a rezagos en la educación. Y esto debe ser un punto de partida para cambios en políticas públicas.

«Si ya sabíamos que faltaba el acceso a internet en el colegio, ¿cómo vamos a esperar en el muy corto plazo que una profesora pueda replicar condiciones aún mejores (para enseñar) desde su casa?», concluyó.